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Cartel del golfo

500 hombres participaron en la operación de captura de alias Otoniel

Después de siete años de inteligencia y operativos fallidos para […]

Dairo Antonio Úsuga, con los soldados que lo capturaron.

Después de siete años de inteligencia y operativos fallidos para capturar o dar de baja al jefe de la mayor organización narcotraficante del paìs, un cambio en la planeación del seguimiento, decidido en enero pasado, empezó a marcar el camino correcto hacia él.

Así lo destacó el general Luis Fernando Navarro, comandante del Ejército y cabeza de la operación que de este sábado atrapó a Dairo Antonio Úsuga en inmediaciones del cerro El Jockey, de la vereda El Totumo, en Necoclí, municipio del Urabá antioqueño.

Usuga había demostrado una gran capacidad para obtener información y escapar antes de que las operaciones en su contra se concretaran. Iban 285 sin éxito. Tenía ojos y oídos pagados en toda parte.

Sin embargo, este año, poco a poco la inteligencia de la Policía pudo penetrar sus múltiples anillos de seguridad. Según el general Jorge Luis Vargas, director de la Policía, Úsuga tenía ocho con diferencia entre uno y tres kilómetros.

Su situación de seguridad se había vuelto tan complicada, que había optado por no dormir en casas sino a la intemperie en sitios selváticos, a merced de la lluvia y los animales.

Cuando se tuvo información precisa sobre su localización y sus movimientos, el 15 de octubre pasado en Bogotá se decidió la operación. El general Navarro contó que lo hicieron bajo tres premisas: guardar el secreto, mantener la sorpresa y actuar con máxima presión.

Había inteligencia confiable, ayudas tecnológicas satelitales de Estados Unidos y el Reino Unido, y se habían definido un grupo de 500 hombres del Ejército y de la Armada para actuar. También tenían apoyo helicotransportado. La Fiscalía había puesto cinco fiscales al servicio de la operación, bautizada Osiris, según lo reveló el presidente Duque.

En la mañana de este sábado, el grupo a cargo de la acción estaba seguro de dónde estaba y cómo se movía el objetivo. Lo que faltaba era caer por sorpresa y mantener la presión con tropas en sitios clave. Ya, prácticamente, Úsuga no contaba con redes de apoyo. A las tres de la tarde, ya estaba en manos de los soldados