La primera vez tenía tan solo 19 años, la última: recién cumplidos los 36. En 17 años de competir al límite de sus condiciones físicas, Rafael Nadal ha logrado levantar 14 veces uno de los trofeos más codiciados por los tenistas de élite: Roland Garros. En las míticas canchas de tierra batida en París, Nadal ha recibido calificativos tales como decir que se asemeja a la reina de Inglaterra: a ambos se les distingue desde lejos y, aunque tengan algún annus horribilis, siempre reviven y vencen, y vuelven a vencer.
En estos 17 años, mucha agua ha corrido bajo los puentes. Para esos primeros años de tenista no existían las redes sociales, pero su nombre se hizo universal y hoy sigue más vigente que nunca. Durante su carrera ha tenido grandes contendores, también considerados atletas fuera de serie como Federer y Djokovic, con los que ha disputado partidos que dejan a los asistentes sin aliento.
Su última conquista en París ha estado rodeada de épica. De un tiempo atrás padece una lesión crónica en el pie izquierdo y para jugar tuvo que recibir inyecciones para calmar el dolor. Su carrera ha sido un calvario de lesiones: espalda, rodilla, cuello, que con el paso de los años se han vuelto crónicas. Antes de la final de Roland Garros, dijo que estaba dispuesto a cambiar su trofeo por un pie nuevo.
En estos 17 años, mucha agua ha corrido bajo los puentes. Para esos primeros años de tenista no existían las redes sociales, pero su nombre se hizo universal y hoy sigue más vigente que nunca.
A pesar de ello, ha logrado ganar 22 Grand Slam, algo que no ha hecho ningún otro tenista en el planeta. Hoy, todavía no contempla la posibilidad de abandonar la raqueta. Hasta que el cuerpo diga basta seguirá soñando con un nuevo triunfo, con una nueva final de esas que duran cuatro, cinco o más horas, y donde parece que por fin se va a doblegar. Pero Nadal, como la reina de Inglaterra, siempre regresa para vencer.
